Puede que Bram Stoker fuera un ancestro de estos Stoker. Una familia algo tocada y muy cercana a Dexter Morgan, un ejemplo de familia disfuncional. Park Chan-Wook sigue estando con nosotros aunque haya dirigido lejos de Corea del Sur. Su cine y su manera de contar sigue estando presente en esta película aunque Jeong Seo-Gyeong que es su guionista preferido no estuviera presente. Y se echa de menos.
Aunque Park no haya sacrificado su manera de relatar o contar historias, con planos y continuidades de su estilo. La historia a veces es excesivamente fría y videoclipera al estilo Sofia Coppola. Es una mezcla de un relato del pleno romanticismo con las ideas locas de por ejemplo un Alfred Hitchcock o Brian de Palma.
Aunque el guión no sea un derroche de originalidad, si son originales los detalles que la rodean y envuelven. Todos esos detalles nos sirven como las miguitas que aparece en los cuentos para seguir un sendero.
Los Stoker no son una familia normal. Y eso lo sabía muy bien Richard (Dermot Mulroney) llevándose a su querídisima y dulce hija de caza. Para que India (una genial Mia Wasikowska) se alejara más tiempo del tiempo real. Pero India siempre tendrá ganas de cazar como si fuera un vampiro de Bram Stoker.
Esas ganas de cazar aumentan cuando en la historia aparece su tío Charles Stoker (Matthew Goode) otro miembro de la familia Stoker, aún menos cuerdo que los demás. Aumentan sus ganas de cazar y de tener orgasmos.
Las arañas aparecen por todas partes. Y estas se les suben por las piernas a Mia y luego a Charles por la cara. Las arañas pertenecen a la familia Stoker.
Park en esta ocasión no juega con la violencia ni con la venganza. Juega con otro sentimiento que también está muy cercano. Los celos. Y estos celos psicóticos harán que aparezca un afán de posesión muy fuerte. Tan fuerte que sobrepasa la frontera de la locura.
De nuevo estamos ante una película circular. Ese recurso tan utilizado a veces que parece que se convierta en un sueño o pesadilla.
Lo mejor de la película son pequeños detalles en los que podemos recordar al director de "Old Boy" (2003) o "Thirst" (2009). Lo peor de la película es que estamos ante un producto demasiado frío y prefabricado que ni el propio Park se cree. O lo que es peor un encargo descarado.
7 sept 2013
2 sept 2013
"La caza", Thomas Vinterberg, 2012 /"Jagten".
Cuando empieza una película con un grupo de amigos saltando al agua y pasándolo bien y Van Morrison con su Moondance sonando no imaginas que el título de la película cobrará casi vida propia transformándose poco a poco en lo que es, una caza. Una caza de brujas al estilo de la Inquisición o la edad media.
Vinterberg regresa al género donde se encuentra más cómodo. El género social/terrorífico donde nos retrata todos los males y pecados que tiene el ser humano y su sociedad. Pecado por decirlo de buena manera.
Regresa a las celebraciones y reuniones como ya hizo en su momento con la dogmática "Celebración" (1998) posiblemente la mejor película de ese dogma y uno de los mayores puñetazos que me han dado estando delante de una pantalla de cine.
Posiblemente Vinterbeg puede que sea uno de los herederos de Haneke. Con ese realismo no tan sucio o directo, pero si muy real y cercano. Historias que van cobrando vida poco a poco, historias que parecen que son de ciencia ficción pero sabes que realmente pueden pasar. Y de hecho pasan. Al final parece que lo mejor es no acercarte a un niño o desconfiar de todo el mundo.
Lucas (un gran y contenido Mads Mikkelsen, me recuerda al Dustin Hoffman de "Perros de paja") realmente vive una pesadilla. Una pesadilla que no se cree. Un hombre integro que se niega en todo momento a intentar convencer a alguién, ni a su amante Nadja (Alexandra Rapaport). Pero esa pesadilla se convierte en realidad y se convierte en una caza. Una caza terrorífica donde se ve involucrado hasta sus amigos más cercanos.
Y todo pasa en la maravillosa y cercana Navidad. Donde antes los niños y profesores parecen que se hayan escapado de "El pueblo de los malditos" (1960) y tengan ganas de linchar a alguién.
Con una realización nada preciosista Vinterberg se apoya en los maravillosos actores y en una especie de obra de teatro de tres actos. Noviembre, diciembre y Navidad. En estos meses es cuando Lucas sufre esa caza. Una locura de caza donde todos podemos sentirnos un poco identificados tanto por una parte como por otra. Vinterberg te mete el brazo hasta dentro para que te duela.
Vinterberg regresa al género donde se encuentra más cómodo. El género social/terrorífico donde nos retrata todos los males y pecados que tiene el ser humano y su sociedad. Pecado por decirlo de buena manera.
Regresa a las celebraciones y reuniones como ya hizo en su momento con la dogmática "Celebración" (1998) posiblemente la mejor película de ese dogma y uno de los mayores puñetazos que me han dado estando delante de una pantalla de cine.
Posiblemente Vinterbeg puede que sea uno de los herederos de Haneke. Con ese realismo no tan sucio o directo, pero si muy real y cercano. Historias que van cobrando vida poco a poco, historias que parecen que son de ciencia ficción pero sabes que realmente pueden pasar. Y de hecho pasan. Al final parece que lo mejor es no acercarte a un niño o desconfiar de todo el mundo.
Lucas (un gran y contenido Mads Mikkelsen, me recuerda al Dustin Hoffman de "Perros de paja") realmente vive una pesadilla. Una pesadilla que no se cree. Un hombre integro que se niega en todo momento a intentar convencer a alguién, ni a su amante Nadja (Alexandra Rapaport). Pero esa pesadilla se convierte en realidad y se convierte en una caza. Una caza terrorífica donde se ve involucrado hasta sus amigos más cercanos.
Y todo pasa en la maravillosa y cercana Navidad. Donde antes los niños y profesores parecen que se hayan escapado de "El pueblo de los malditos" (1960) y tengan ganas de linchar a alguién.
Con una realización nada preciosista Vinterberg se apoya en los maravillosos actores y en una especie de obra de teatro de tres actos. Noviembre, diciembre y Navidad. En estos meses es cuando Lucas sufre esa caza. Una locura de caza donde todos podemos sentirnos un poco identificados tanto por una parte como por otra. Vinterberg te mete el brazo hasta dentro para que te duela.
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